Frances Ellen Watkins Harper

Frances Ellen Watkins Harper

A finales de febrero de 1911 mi corazón, después de 86 años, ya no pudo seguir latiendo. Entonces Gerda Taro era tan solo un bebé de siete meses. Yo había nacido en Baltimore, Maryland, en 1825. Fui hija única de padres libres, pero me quedé huérfana muy niña. Me eduqué en la Academia Watkins para Jóvenes Negros, que dirigía mi tío, el Reverendo William Watkins, activista y abolicionista, que influyó enormemente en mi vida y en mis convicciones. Aunque yo fui afortunada, la vida era dura para los negros, con la Ley de Esclavos Fugitivos en vigor. Yo ayudé a escapar a los esclavos que huían a Canadá en el ferrocarril subterráneo, a pesar de que eso podía acarrear incluso la pena de muerte. Pero tuve que escapar de Baltimore, y me instalé primero en Ohio, y luego en Pensilvania, donde me dediqué a la enseñanza. En 1858 me negué a viajar en la sección “para gente de color” de un tranvía, en Filadelfia (97 años antes que Rosa Parks, aunque esto no lo cuentan los libros de historia). Empecé a publicar muy jovencita, primero fueron artículos contra la esclavitud, luego varios libros de poemas, y en 1859 el relato Las dos ofertas, lo que me convirtió en la primera mujer negra en publicar un cuento en una revista. Nosotras, las mujeres de mi raza, tuvimos que luchar por partida doble, por ser mujeres y por ser negras, y nuestra lucha nunca se menciona en los libros, pero éramos muchas… ¿Sabes que en los mítines y reuniones de las sufragistas teníamos que ponernos en un lugar aparte? Las negras al fondo, separadas de las blancas. Por eso, en la Convención Nacional de los Derechos de la Mujer, en 1866, me rebelé y subí al estrado exigiendo la igualdad de derechos para todos, incluidas las mujeres negras, y es que en esta sociedad que pisotea y aplasta a los débiles, si hay alguna clase de personas que necesitan ser liberadas de su soberbia y su egoísmo, son las mujeres blancas de América. Con mi discurso conseguí que la Convención Nacional de los Derechos de la Mujer acordara crear la Asociación Estadounidense por la Igualdad de Derechos, que incorporó a la reivindicación del sufragio femenino la del sufragio afroamericano.